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jueves, 8 de mayo de 2014

El caso Bengasi , el escándalo que siempre salpicará a la Administración Obama




 Los correos electrónicos revelados por el grupo Judicial Watch han puesto de nuevo la polémica sobre el ataque al consulado de Estados Unidos en la ciudad libia de Bengasi, hace dos años, en el centro de atención en Washington.


Judicial Watch sacó a la luz el viernes un mensaje referido a ese ataque, enviado por el viceasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca Ben Rhodes a la entonces embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Susan Rice.

En el texto del correo la administración de Barack Obama orienta a Rice la forma de explicar lo ocurrido en Bengasi en septiembre de 2012 durante entrevistas con la televisión y otros medios.

Para ello se le sugería a la funcionaria hacer hincapié en que todo lo ocurrido se asociaba a protestas espontáneas después de la aparición de un vídeo antiislamista en el que se ridiculizaba al profeta Mahoma.

Ese argumento fue después desmentido, un elemento que esgrimen los republicanos para culpar a la Casa Blanca de mentir.

El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, pidió poner en marcha una comisión especial para investigar el suceso, por lo cual el caso Bengasi augura que estará en los titulares de todo el verano, advirtió el diario The Hill en su página digital.

Un incidente -acotó el republicano de Ohio- que la Casa Blanca no relacionó inicialmente con el terrorismo por temor a herir la campaña por la reelección de Obama en 2012.





Además del comité para investigar la muerte de los cuatro estadounidenses en Libia, entre ellos el embajador en ese país árabe Christopher Stevens, las oposición pretende votar una resolución para averiguar el presunto chequeo excesivo del Instituto de Rentas Internas a grupos conservadores como el Tea Party.

El enfoque en las controversias durante el actual gobierno podría perjudicar a Obama, quien está sufriendo la mala puntuación en las encuestas.

Un sondeo del periódico The Washington Post publicado a principios de esta semana encontró que el índice de aprobación del gobernante estaba en un anémico 41 por ciento, lo que, sin dudas, es un eventual mal presagio para los demócratas de cara a los comicios de medio término.

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