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martes, 26 de noviembre de 2013

Hannukah

Janucá

La lucha judía por la libertad religiosa y la supervivencia nacional

 Hace casi 2.200 años, los reyes griegos, que reinaban desde Damasco, gobernaron la tierra de Judea y sus habitantes judíos.

Un rey griego-sirio, Antíoco Epifanes, les prohibió a los judíos orar a su Di-s, cumplir con sus costumbres y estudiar su Torá. Antíoco les obligó a los judíos a rendir culto a los dioses griegos. Se dice que colocó un ídolo de Zeus, el dios griego, en el altar del santo templo de Jerusalén.
Como reacción a esta persecución, Judas Macabí y sus cuatro hermanos organizaron un grupo de luchadores de resistencia conocidos como los macabeos. Lucharon contra el paganismo y la tiranía.
La tenacidad de los insurrectos, que derivaba de su firme fe en un Di-s, es una razón que los judíos de los siglos siguientes han conmemorado esta victoria militar. Durante una batalla cerca de Beit Horon, la grandeza del ejército opuesto acobarda el ejército pequeño de Judas, y Judas les dice que tengan fe que Di-s se pondría de parte de ellos.
    Al ver éstos el ejército que se les venía encima, dijeron a Judas: «¿Cómo podremos combatir, siendo tan pocos, con una multitud tan poderosa?...» Judas respondió: «Es fácil que una multitud caiga en manos de unos pocos. Al Cielo le da lo mismo salvar con muchos que con pocos; que en la guerra no depende la victoria de la muchedumbre del ejército, sino de la fuerza que viene del Cielo. Ellos vienen contra nosotros rebosando insolencia e impiedad con intención de destruirnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, y hacerse con nuestros despojos; nosotros, en cambio, combatimos por nuestras vidas y nuestras leyes; Él les quebrantará ante nosotros; no les temáis.» (1 Macabeos)
Después de tres años de combate contra fuerzas muy superiores, los macabeos desalojaron a los griegos-sirios de Judea. Janucá declara el mensaje del profeta Zacarías: «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu.» Los macabeos recobraron el santo templo de Jerusalén. Asearon el templo por retirar los símbolos griegos y las estatuas. Después de que Judas y sus discípulos concluyeron a asear el templo, lo rededicaron. El 25 del mes de kislev del año 164 a.e.c., purificaron y rededicaron el templo.
Según la tradición, cuando los macabeos entraban el santo templo, descubrieron que los griegos-sirios habían profanado el aceite de la menorá. Sólo había una tinaja de aceite purificado, lo bastante para un día nada más. Los judíos necesitaban una semana para purificar aceite suficiente. Entonces lo que aconteció fue un milagro. Los macabeos encendieron la menorá, y ardió la menorá no por un día sino por ocho días. Por eso la menorá de Janucá tiene ocho velas (sin contar la vela shamash utilizada para encender las otras), y también por eso hay ocho días de festividad de Janucá.


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