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miércoles, 26 de junio de 2013

De España a Israel...



Y, cuando me preguntan repetidas veces, ¿Marchas para allá?¿Pero, estás segura? Te estás cerrando tantas puertas... Yo miro lenta y pausadamente a mi alrededor, inspiro este aire, cargado de envidias y chismes, de decadencia y de falsas verdades; entonces, recuerdo aquellos momentos vividos en el país más increíble que he conocido; esa nación edificada en tan solo 65 años y, que se encuentra ya entre las más punteras del mundo. Efectivamente, Israel, ese es mi destino.


A lo largo de estos últimos años, fue solamente este mi anhelo. Resumido en tan solo seis letras, que son el símbolo de otra cultura, de la que en España, se tiene una imagen tergiversada, retorcida. Una imagen ilustrada por una pandilla de personas con la nariz aguileña y un rizo en cada lado de la cara que se reunen para confabular contra el mundo...

NO, me niego a aceptar esta imagen tan caricaturizada, al menos no después de haber vivido con mi propia piel la convivencia entre las tan distintas religiones, entre las que se encuentran sin duda el Islam y el Judaismo (salvando los fanatismos, por supuesto). Todavía conservo grabada en mis retinas la imagen de una abuelita musulmana sentándose en el sitio recién cedido por una joven muchacha judía. Y me pregunto yo ante estas imágenes cotidianas que se pueden apreciar, ¿dónde estan las armas?¿dónde la pobreza de los palestinos ante las fortunas judías?....

Son interrogantes a los que no encuentro respuesta. Tal vez porque no la tiene, tal vez sea una mera cuestión de deformación desde los medios de comunicación para darle al mundo una imagen que les convenga del único país democrático de toda esa zona, del único país que dentro de sus reducidas dimensiones aboga por una paz que a causa de los fanatismos, y muy a mi pesar, tarda mucho en llegar.

Hanna

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