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COMENTARIO A LA PARASHÁ DE NASÓ - Por Rabino Nissán Ben Avraham
PUEBLO DE PROFETAS
Normalmente leemos la parashá de Nasó justo después de la fiesta de Shavuot. Es una coincidencia, por supuesto, pero ya estamos acostumbrados a que en el judaísmo hay pocas coincidencias.
Acabamos de celebrar la Entrega de la Torá, en que todo el Pueblo junto, especialmente unidos entre sí, presencian algo muy especial. Ya no es un Profeta que oye las palabras divinas en un acontecimiento particular: el Pueblo entero se ha convertido en Pueblo de Profetas, ya que todos lo han oído. Es verdad que no todos lo han oído igual, sigue habiendo diferencias entre los que están más preparados y los que menos, pero aun así se han convertido en profetas.
Este Pueblo debe ahora ponerse en camino hacia su Patria, hacia la Tierra que el Creador les ha jurado a sus padres que les concedería. El Camino puede ser largo o corto: ellos mismos lo van a decidir, con su comportamiento, con sus reacciones, con su preparación.
Igual que un niño que sueña con ser adulto y no acaba de comprender las responsabilidades que ello implica. El Camino puede ser corto, si se aplica en su adolescencia no solo en desarrollar su espíritu rebelde sino también en construirse los instrumentos y las técnicas artesanales que han de servirle para su vida adulta. Si se olvida de uno de los dos componentes, el espíritu o los instrumentos, al llegar la hora crucial, se encontrará ‘minusválido’, el Camino se alarga, y esto no es nada bueno. No solo esto, sino que también durante su proceso adolescente se encontrará incompleto e inquieto. Ya que ambas partes son imprescindibles.
En la parashá vemos unos preparativos para el Camino, se reparten roles entre las diferentes tribus, y al final, sus respectivos presidentes hacen una ofrenda peculiar al Tabernáculo recién construido. Y en los capítulos 5 y 6 vienen unas instrucciones destinadas a abrir los ojos a la verdad profunda.
LA DESCARRIADA
El capítulo 5 habla de la ‘descarriada’. Una mujer casada que mantiene relaciones prohibidas con alguno de sus vecinos. La verdad es que no sabemos qué ha ocurrido, y esto de por sí no implica nada en absoluto.
Por supuesto que su comportamiento (y el del vecino, claro) no es correcto, ya que la Torá prohíbe las relaciones sexuales entre mujer casada con alguien que no sea su marido, y esto incluye, según la Torá Oral, la prohibición de quedarse ambos a solas (el llamado “yijud” יִיחוּד en hebreo). Y también desde tiempos del rey David, desde la desgracia entre sus hijos Amnón y Tamar (ver Shmuel I, cap. 13), ya está prohibido quedarse a solas con cualquier mujer que no sea su esposa, su madre o su hija.
Por lo tanto por el mero hecho de haberse quedarse a solas con el vecino, ya ha trasgredido, pero de momento no está punida. Pero aquí entran en juego los celos de su marido, que no se fía de ella (ni del vecino) y ‘le tiene celos’, que en hebreo es un verbo ‘leqanné’ (לקנא) que los Sabios explicaron como ‘advertir’, o sea, que el marido advierte a su mujer ante dos testigos que no vuelva a hacerlo, y a pesar de ello la mujer continúa igual. Aquí el marido puede decidir si seguir adelante o no. Si decide seguir, la lleva al Templo y cumplen con un proceso que debe revelar qué ocurrió exactamente en casa del vecino, ya que si no hubo contacto sexual no hay castigo alguno, a pesar de haber transgredido la prohibición de ‘quedar a solas’, que por supuesto es mucho más leve.
Como muchos de los mandamientos de la Torá, sobre todo los que hablan de los castigos, se nos presenta un negativo, y nosotros debemos intentar entender cuál es el positivo, cuál es el ideal. La Torá está diciendo que las relaciones de confianza, de intimidad y de identidad entre marido y mujer deben ser tales que incluso en caso de que la esposa se quede a solas con el vecino no se le ocurra al marido malpensarse de ella, a pesar de que las apariencias sean diferentes.
Los Sabios agregan que para salvar este matrimonio, el Cohén (Sacerdote) debe diluir en agua el Nombre Inefable del Creador, sacrilegio en otras circunstancias, como prescribe la Torá en el versículo 23. Como si nos estuviere diciendo que Él confía en ella (está dispuesto a ‘dar Su vida’ = diluir Su Nombre, por ella) y ¿cómo no confía igualmente en ella su propio marido?
EL SANTURRÓN
A continuación, en el cap. 6, viene el mandamiento referente al nazareo. Este señor ha decidido privarse por una temporada, que no será menor a treinta días y que puede durar cuanto decida, de beber vino y de cortarse el cabello e impurificarse con los muertos. A este señor lo llama la Torá ‘pecador’, como dice el versículo 11 “por haber pecado contra el alma”. Sí, sí, ya sé que las traducciones dicen otra cosa, pero así explica el Talmud en el tratado de Ta’anit 11a.
Un Sabio llamado Shmuel, en el lugar citado, dice que el que ayuna es llamado ‘pecador’, igual que la opinión de R. El’azar el Alcaparrero, que pregunta “¿contra qué alma ha pecado el nazareo? Sino que (se le acusa) por haberse atormentado al no beber vino”. Y más que más aquél, el que ayuna, que se atormenta al privarse de toda comida.
Aquí intervienen otros dos versículos, uno en los Proverbios (12:21) que dice “no le ocurrirá nada malo al justo”, y otro en el Libro de Shmot (Éxodo 21:13) que dice “y D’ lo puso en sus manos”, hablando de un asesinato por accidente, que D’ quiso que le ocurriera, lo cual significa que ‘se lo merecía’ por su imprudencia y falta de cuidado. Igualmente aquí, se trata de un nazareo que se ha impurificado con un muerto que ‘el Creador le ha puesto en las manos’ (incluso en caso de que no haya muerto ‘por su culpa’) para significar que no es uno de los justos, sino un pecador.
Resulta, pues, que estamos hablando de un ‘santurrón’, de alguien que quiere aparentar más de lo que es de verdad, ya que en realidad no quiere cumplir este voto, pero lo hace por las apariencias, o de una manera demasiado superficial.
“NASÓ”
La ‘descarriada’ y el ‘santurrón’ son dos caras opuestas de las apariencias. Por supuesto que pueden darse casos en que el nazareo haga su voto con plena conciencia de sus actos y entonces no habrá ‘accidente’ que lo impurifique, y este es un verdadero Santo, como dice el versículo 6:5. Igualmente pueden darse casos, por desgracia, en que la esposa traiciona al marido y mantiene relaciones sexuales prohibidas con un extraño, en cuyo caso ambos pecadores serán castigados como vimos en el Libro de Wayicrá (Levítico 20:10). Pero la Torá quiere darnos una visión más elevada (‘casualmente’, el nombre de la parashá, ‘Nasó’, significa ‘alzar’), en que debemos profundizar más allá de las apariencias.
Sólo de esta forma estamos preparados para comenzar el Camino, ya que en él van a aparecer situaciones engañosas, y si no sabemos reconocer las situaciones verdaderas de las falsas, seguramente las repercusiones serán graves.
Sólo de esta forma estamos preparados para comenzar el Camino, ya que en él van a aparecer situaciones engañosas, y si no sabemos reconocer las situaciones verdaderas de las falsas, seguramente las repercusiones serán graves.
Al haber recibido la Torá, en Shavuot, nos aprestamos a profundizar correctamente en todo lo que nos encontramos en el Camino, como dicen los primeros versículos del Libro de Mishlé (Proverbios 1:2-4), que la Torá es la que nos proporciona la prudencia, la instrucción, la sagacidad.
Al adquirir todos estos instrumentos de sabiduría, y aprender a usarlos correctamente, podemos tomar la mochila y atrevernos a salir al Camino.
Pour la francophonie:
ResponderEliminarParacha Nasso : attention à l'envie des femmes
Par Leava, jeudi 16 mai 2013 à 20:25 :: Actualités Leava :: #519 :: rss Rav Chaya
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Merci pour votre commentaire M Gedeon
Esther