Esta semana hemos conmemorado ambos días, uno detrás del otro. Indisolublemente unidos. Del dolido homenaje de tantos valientes que entregaron sus vidas para que otras vidas pudieran continuar en Eretz, pasamos a la bulliciosa celebración de los 66 años de la independencia del Estado de Israel.
Al atardecer las calles se densifican. Personas de todas las procedencias imaginables llenan las calles rebosantes de alegría. Globos blancos y azules; azules y blancos. Dulce de algodón blanco compartido en familia con bebés durmiendo en sus carritos. Conciertos en directo de música judía. Mazorcas de maíz calientes. Grupos de jóvenes con banderas de Israel ondeantes. Burekas recién hechas. Melodías por doquier. Fuegos artificiales suaves hacia el Cielo. Estamos alegres y agradecidos.
El tren Rakevet kala abarrotado como nunca. Los autobuses repletos de gente. Estamos apretados. Somos muchos, somos millones. Y aún no estamos todos. Lehikadem. Apretémonos, unámonos. Vienen más en esta dirección, en este sentido, un sueño milenario que se está cumpliendo...ser un pueblo libre, en nuestra Tierra, Eretz Israel.
Y el recuerdo de los caídos nos sustenta. Ellos soñaron, lucharon y levantaron el país, con el favor de Di-s. Ahora nos corresponde a nosotros seguir soñando despiertos y trabajando por el futuro luminoso que ya es nuestro presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario