María del Pilar Hernandorena Arrazola vive en Las Palmas de Gran Canaria desde hace cuarenta años. Aunque nació en Bilbao en 1937 es judía. Se convirtió a los 17 años, en Israel, para poder casarse. Su padre, Esteban Hernandorena, conocido en Haifa – una ciudad costera al norte de Israel– como el Captain Steve, participó en 1947 en el traslado desde Europa de 15.000 judíos a Palestina después de la Segunda Guerra Mundial.
A sus 77 años, María del Pilar es un miembro activo de la comunidad judía en la Isla, con miles de recuerdos de una agitada vida marcada por la figura de su padre, un republicano convencido que tuvo que huir de España en la Guerra Civil y que llegó a convertirse en un héroe para los judíos supervivientes de los nazis.
Esteban Hernandorena nació en Muskiz (Vizcaya) en 1905 y falleció en Haifa el 28 de diciembre de 1965. Se casó con María del Pilar Arrazola con la que tuvo cuatro hijos. Trabajó primero en la marina mercante y después en la flota pesquera faenando en el Golfo de Vizcaya. Miembro del Partido Comunista de Euskadi desde 1931, tras el estallido de la Guerra Civil se enroló en la Armada Republicana donde fue oficial de derrota de los submarino C-2, C-4 y del destructor José Luis Díez.
En 1937, cuando María del Pilar era un bebé, se exiliaron a Francia, de ahí se trasladaron a Méjico y en 1949 a Israel. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, Esteban Hernandorena trabajó en mercantes que navegaban fundamentalmente en aguas del Pacífico, mientras su familia vivía en Veracruz y en otras ciudades mejicanas. En Marsella, ya finalizada la guerra, Hernandorena y otros marinos republicanos fueron contactados por la Organización para la Inmigración Clandestina israelí que trataba de llevar judíos desde Europa a Palestina.
En 1947, a bordo de dos barcos, el Pan Crescent y el Pan York, se dirigieron a Rumanía. Allí equiparon los buques, para el embarque de alrededor de 15.000 judíos en el puerto búlgaro de Burgas. El viaje hacia Palestina comenzó en diciembre de 1947. En el trayecto, fueron interceptados por tres destructores británicos en el estrecho de Dardanelos y obligados a desviarse a Chipre, donde internaron a los pasajeros en campos, hasta la proclamación del Estado de Israel, en 1948, cuando se les permitió partir. Palestina era administrada hasta entonces por los ingleses y no se veía con buenos ojos que se estuvieran estableciendo tantos judíos allí.
María del Pilar cuenta que su padre vivía en el barco con la tripulación y se iba pertrechando de combustible. Cuando por fin el Pan York y el Pan Crescent pudieron salir un año después de Chipre rumbo a Israel tenía fuel suficiente para el viaje. Pudieron transportar a los miles de pasajeros al puerto de Haifa.
Esteban Hernadorena se integró en el ZIM, la Marina Mercante de Israel, y un año después, en 1949, su familia partió desde Méjico hacia ese país desconocido. Evoca que, cuando su madre estaba arreglando los papeles en la capital mejicana, se reía porque decía que estaban escritos al revés. Con su madre y sus tres hermanos se trasladaron a Nueva York en avión, de allí en un barco polaco a Cannes y después a Haifa.
María del Pilar tenía 12 años cuando emprendió el rumbo en Israel. Al llegar a Haifa, sus padres los mandaron a un kibutz (una comuna agrícola israelí), en Hulda, cerca de Jerusalén, donde estuvieron un año y medio. Todos vestían iguales, estudiaban hebreo y trabajaban la tierra. Evoca que conoció a un grupo de judíos de Bulgaria sefardíes –descendientes de los expulsados de la Península en 1492– que hablaban aún en ladino –el idioma medieval de los judíos– por lo que pudo comunicarse con ellos en español. Fueron años de felicidad. Cree que su padre los mandó al kibutz por su concepción comunista de la vida. Pero su madre optó por sacarlos al año y medio y los metió en un colegio de monjas, las Carmelitas, en Haifa, donde aprendió francés e inglés. A los 17 años se convirtió al judaísmo.
"Era la única forma de casarme", indica. Allí vivió 20 años. En 1969 decidió trasladarse con su segundo esposo, Simón Bello Reina, de origen sefardí, a Bilbao. A él le encantaba España. Luego vivieron en Madrid y terminaron en Canarias en 1972 montando una tienda de artesanía española.
La única hermana aún viva reside en Haifa y sigue siendo católica como sus padres, ambos enterrados en Israel en cementerios católicos. Su nombre hebreo es Sara, aunque ella prefiere que la llamen Pili. Expone que la familia de su marido, que aún vive en Israel, podría acogerse a la nacionalidad española por ser sefardí. En el puerto de Haifa, una placa en su honor recuerda la gesta de su padre.
DIARIO LA OPINIÓN DE TENERIFE (ESPAÑA)
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