Gedeón98
(Texto íntegro de colaboración externa)
¿Qué podemos hacer en estos momentos por Israel aquellos que estamos fuera de Eretz Israel, tanto aquellos judíos en la Diáspora como los que amamos a este bendito pueblo? MUCHO. Porque no sólo los medios materiales son suficientes para evitar el sufrimiento de millones de inocentes. Y la mejor arma, una vez puestos todos los medios materiales precisos, es la oración sincera.
Imprescindible correcta lectura y comprensión.
Para todos los PREOCUPADOS por la situación en Oriente Medio: en primer lugar que dejen de preocuparse. El Creador nos tiene 'enchufados', y no permitirá que nos ocurra nada malo.
Por supuesto que debemos aprovechar la oportunidad para mejorar nuestro comportamiento y quitarnos de encima estas amenazas, que no otro que el Creador nos envía, y seguramente precisamente para que despertemos y mejoremos.
Y más aún en esta época vísperas del Gran Día del Juicio, que celebramos cada año por Rosh HaShaná. En lugar que nos asusten las sirenas y estallido de bombas, podemos elegir el dulce sonido del shofar y las selijot para estremecernos de temor ante la Presencia del Creador y aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre nuestra actuación en el escenario de la Historia (particular y nacional). El juicio viene junto: el particular y el nacional y están estrechamente ligados
Si no os basta, podéis añadir la lectura diaria de cuatro salmos, cuya lectura recibí como instrucción de mi rabino y maestro el rav Zvi Yehudá Kook para casos de tensión, y son los siguientes: 2, 35, 46 y 83.
Y poner nuestra confianza en Él, por supuesto.
Salmo 2
1 ¿Por qué se conmueven las naciones, y los
pueblos traman cosas vanas?
2 Se levantan los reyes de la tierra, y los
gobernantes se reúnen juntos contra el SEÑOR y contra su Ungido, (diciendo):
3 ¡Rompamos sus cadenas y echemos de nosotros sus
cuerdas!
4 El Que se Sienta en los cielos se ríe, el Señor
se burla de ellos.
5 Luego les hablará en su ira, y en su furor los
aterrará:
6 Pero yo he consagrado a mi Rey sobre Sion, mi
santo monte.
7 Anunciaré el decreto, el SEÑOR me dijo: ``Mi
Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.
8 ``Pídeme, y te daré las naciones como herencia
tuya, y como posesión tuya los confines de la tierra.
9 ``Tú los quebrantarás con vara de hierro; los
desmenuzarás como vaso de alfarero.
10 Ahora pues, oh reyes, aprended; recibid
amonestación, oh jueces de la tierra.
11 Adorad al SEÑOR con temor, y alegraos con
temblor.
12 Honrad al Hijo (Israel) para que no se enoje y
perezcáis en el camino, pues puede inflamarse de repente su ira. ¡Cuán
bienaventurados son todos los que en Él se refugian!
Salmo 35
1 Salmo de David. Combate, oh SEÑOR, a los que me
combaten; ataca a los que me atacan.
2 Echa mano del broquel y del escudo, y levántate
en mi ayuda.
3 Empuña también la lanza y el hacha para
enfrentarte a los que me persiguen; di a mi alma: Yo soy tu salvación.
4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan
mi vida; sean puestos en fuga y humillados los que traman el mal contra mí.
5 Sean como paja delante del viento, con el ángel
del SEÑOR acosándolos.
6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo, con el
ángel del SEÑOR persiguiéndolos.
7 Porque sin causa me tendieron su red; sin causa
cavaron fosa para mi alma.
8 Que venga destrucción sobre él sin darse cuenta,
y la red que él mismo tendió lo prenda, ¡que caiga en esa misma destrucción!
9 Y mi alma se regocijará en el SEÑOR; en su
salvación se gozará.
10 Dirán todos mis huesos: SEÑOR, ¿quién como tú,
que libras al afligido de aquel que es más fuerte que él, al afligido y al
necesitado de aquel que lo despoja?
11 Se levantan testigos malvados, y de lo que no sé
me preguntan.
12 Me devuelven mal por bien para aflicción de mi
alma.
13 Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía
de saco; humillé mi alma con ayuno,
14 Como por mi amigo, como por mi hermano, andaba
de aquí para allá; como el que está de duelo por la madre, enlutado me
encorvaba.
15 Pero ellos se alegraron en mi tropiezo, y se
reunieron; los agresores, a quienes no conocía, se juntaron contra mí; me
despedazaban sin cesar.
16 Como lisonjeros escarnecedores de escarnio,
rechinaban sus dientes contra mí.
17 ¿Hasta cuándo, Señor, estarás mirando? Rescata
mi alma de sus estragos, mi ‘Única’ (yejidá - alma) de los leones.
18 En la gran congregación te daré gracias; entre
mucha gente te alabaré.
19 No permitas que se regocijen a costa mía los que
engañosamente son mis enemigos, ni que guiñen el ojo con malicia los que sin
causa me aborrecen.
20 Porque ellos no hablan paz, sino que piensan
palabras engañosas contra los pacíficos de la tierra,
21 y abrieron bien grande su boca contra mí;
dijeron: ¡Ajá, ajá, nuestros ojos lo han visto!
22 Tú lo has visto, SEÑOR, no calles; Señor, no
estés lejos de mí.
23 Despierta y levántate para mi defensa y para mi
causa, D’ios mío y Señor mío.
24 Júzgame conforme a tu justicia, oh SEÑOR, D’ios
mío; que no se rían de mí. 25 Que no digan en su corazón: ¡Ajá, (lo que queríamos) en nuestro
corazón! Que no digan: ¡Lo hemos devorado!
26 Sean avergonzados y humillados a una los que se
alegran de mi mal; cúbranse de vergüenza y deshonra los que se engrandecen
contra mí.
27 Canten de júbilo y regocíjense los que favorecen
mi justedad; y digan continuamente: Engrandecido sea el SEÑOR, que se deleita
en la paz de su siervo.
28 Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu
alabanza todo el día.
Salmo 46
1 Para el director del coro. Salmo de los hijos
de Córaj, para Alamot. Cántico.
2 D’ios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro
muy pronto auxilio en las tribulaciones.
3 Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra
cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;
4 aunque bramen y se agiten sus aguas, aunque
tiemblen los montes con creciente enojo. Selah
5 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad
de D’ios, las moradas santas del Altísimo.
6 D’ios está en medio de ella, no será sacudida;
D’ios la ayudará al romper el alba.
7 Bramaron las naciones, se tambalearon los
reinos; dio El su voz, y la tierra se derritió.
8 El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros;
nuestro baluarte es el D’ios de Jacob. Selah
9 Venid, contemplad las obras del SEÑOR, que ha
hecho asolamientos en la tierra;
10 que hace cesar las guerras hasta los confines de
la tierra; quiebra el arco, parte la lanza, y quema los carros en el fuego.
11 Estad quietos, y sabed que yo soy D’ios;
exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
12 El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros;
nuestro baluarte es el D’ios de Jacob. Selah
Salmo 83
1 Cántico. Salmo de Asaf.
2 Oh D’ios, no permanezcas en silencio; no calles,
oh D’ios, ni te quedes quieto.
3 Porque, he aquí, tus enemigos rugen, y los que
te aborrecen se han enaltecido. 4 Hacen planes secretos contra tu pueblo, y juntos conspiran
contra tus protegidos.
5 Han dicho: Venid, y destruyámoslos como nación,
para que ya no haya memoria del nombre de Israel.
6 Porque de corazón han conspirado a una; hacen
pacto contra ti:
7 las tiendas de Edom y de los ismaelitas, Moav y
los agarenos,
8 Gval, Amón y Amalec, Palestina (Filistea) con
los habitantes de Tiro;
9 Asiria también se ha unido a ellos; se han
convertido en ayuda para los hijos de Lot. Selah
10 Trátalos como a Madián, como a Sisrá, como a
Yavín en el torrente Quishón, 11 que fueron destruidos en En-Dor, que quedaron como estiércol
para la tierra. 12
Pon a sus nobles como a Orev y Z’ev, y a todos sus príncipes como a Zévaj y
Tsalmuná,
13 que dijeron: apoderémonos de los prados de
D’ios.
14 Oh D’ios mío, ponlos como polvo en remolino;
como paja ante el viento.
15 Como fuego que consume el bosque, y como llama
que incendia las montañas,
16 así persíguelos con tu tempestad, y
aterrorízalos con tu torbellino.
17 Cubre sus rostros de ignominia, para que busquen
tu nombre, oh SEÑOR.
18 Sean avergonzados y turbados para siempre; sean
humillados y perezcan,
19 para que sepan que sólo tú, que te llamas el
SEÑOR, eres el Altísimo sobre toda la tierra.
NOTA MUY IMPORTANTE:
Que nadie se confunda con el salmo 2. Habla del ‘Ungido’
y del ‘Hijo’, cosa que los cristianos se apresuraron a adoptar diciendo que se
refiere a aquél mal judío a quién el Sanedrín juzgó por idolatría hace dos mil
años.
Por supuesto que el salmo no habla de ese tipo, por mucho
que se empeñen los cristianos. El salmo habla del Pueblo de Israel, que es el
Hijo Primogénito del Creador, como dice el libro de Shmot (Éxodo 4:22), y es el
Ungido y elegido por el Creador, como dice el mismo libro de Shmot (19:6), en
que nos declara Pueblo Sacerdotal y Asamblea santa.
Lo comento, puesto que ya en la traducción he considerado
necesario añadir entre paréntesis el nombre ‘Israel’ después de la expresión
‘Hijo’, que todos aquellos que hemos crecido entre cristianos nos han
acostumbrado a relacionar con aquél mal judío que se creía semidiós.
Debemos quitarnos de encima estas interpretaciones
maliciosas de los cristianos.
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