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miércoles, 8 de mayo de 2013

Sus aportaciones novedosas ya se conocían en Sfad hace muchos años

   Jana T.

Le Groupe.


  Tumba del Ari en Sfad. Israel.


  Stephen Hawking, físico de la universidad de Cambridge, se suma a la campaña de boicot a Israel y rechaza la invitación de Shimón Peres de acudir a los actos y conferencias que tendrán lugar en junio en Israel. En principio la había aceptado, ahora cambia de opinión y la rechaza.  
   Stephen Hawking, afectado de una enfermedad conocida como maladie de Charcot  se hizo famoso realizando estudios sobre el Big Bang y su desarrollo . Campos estos ya estudiados por la Kaballah del Ari ,en Sfad, en el s. XV . El Ari, a cuyos trabajos que giran en torno al TzimTzum  este físico británico (y otros ) hicieron otra cosa que cambiar el lenguaje por otro más "actualizado y moderno" empeorando considerablemente lo afirmado por el Sabio Kabalista.



Harav Itzjak GInsburgh  
EN BÚSQUEDA DE LA UNIDAD
La ciencia, en su búsqueda por revelar la unidad subyacente dentro de la naturaleza, constantemente se encuentra regresando a los orígenes del universo – al “primer día” (“ om ejad”) de la Creación… El universo, en su estado actual se nos presenta demasiado frío y sólido para que uno encuentre en él un indicio de tal unidad. Sólo en medio de la energía y el calor que reinó en el mismo inicio del tiempo y el espacio, todas las fuerzas y elementos de la naturaleza podrían fundirse en uno. Tales son las premisas que basan las teorías de campo unificado y del “big bang”.
Si uno fuera en busca de la aún más profunda unidad que ata “la existencia” a la “no existencia”, sería necesario proponer teorías aun más obscuras – tales como la teoría de las cuerdas – que exuda un carácter casi metafísico. La búsqueda de la unidad comienza con el principio, generalmente aceptado en la física moderna, de que el tiempo comparte una “geografía” común con el espacio: así como todos los puntos del espacio coexisten a lo largo de un único continuo, así también todos los puntos en el tiempo – pasado, presente, y futuro– simultáneamente se distribuyen dentro de la misma red.
El proceso cosmológico que produce este continuo tiempo-espacio, en el presente es entendido por muchos, como que ha tomado lugar en cuatro etapas –de las cuales las tres primeras se derivan de los teóricos de “las cuerdas”, mientras que la última es más conocida comúnmente como la teoría del “big bang”. Primero, tuvieron que ser definidas o “creadas” las propiedades matemáticas y las relaciones que gobiernan el espacio-tiempo. Después, en un simple salto cuántico, “el algo” emergió espontáneamente a partir de la “abstracción”.
En ese punto, una gran “inflación” del universo ocurrió mientras se expandía, instantáneamente, en un orden de 10 elevado a la potencia 50 [10 50 ]. Finalmente, el “bing bang” dio rienda suelta a todo el impulso de su fuerza desde dentro de un sólo punto en el interior de aquel universo expandido. A partir de entonces, el universo como lo conocemos comenzó a expandirse -aunque infinitamente más despacio que hasta entonces- coagulando en su presente estado mientras sus elementos estructurales procedieron a enfriarse.
En términos cabalísticos, estos cuatro estados pueden ser vistos como correspondientes a la secuencia de cuatro letras del inefable Nombre de Dios – Iud, Hei, Vav, Hei, el modelo sobre el que se basa toda meditación directa en Dios y la Creación. La primera letra de Su Nombre, la Iud con su forma de centella , representa la “contracción” inicial ( tzimtzum ) de la Luz Divina de la cual se produjo el espacio primordial del tiempo y espacio. La segunda letra de Su Nombre, la espacialmente expandida Hei, representa el surgimiento inicial del ser creado ex nihilo. La tercer letra, la lineal Vav (posee el valor numérico 6), simboliza la repentina extensión del ser en seis direcciones de espacio. También insinúa la premisa contenida en la teoría de las cuerdas de que existen de otras seis dimensiones escondidas que realmente están “envueltas” en el interior de las otras cuatro que comúnmente identificamos. Finalmente, la repetición de la letra Hei en el final del Nombre de Dios, apunta una vez más a la idea de la expansión –esta vez, la expansión final del universo que a la vez se asienta en su forma deseada Divinamente.

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