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Son pocas las personas que llegan a experimentar en una vida entera, lo que este joven venezolano ha vivido en tan solo 21 años. Menos aún son aquellos que logran sortear los obstáculos y salir adelante de la forma que Mauricio lo ha hecho. Conoce al Ave Fénix de las FDI.
Mauricio Glucksmann, nació el 10 de octubre de 1991 en Caracas, Venezuela, en el seno de una familia judía. Allá estudió en un colegio judío y vivía una vida completamente normal. Esto no iba a durar por mucho tiempo.
A los 8 años fue secuestrado cerca de su casa y forzado a permanecer en maletero de un auto con un saco cubriéndole la cabeza por aproximadamente 8 horas. Luego de largas negociaciones entre sus padres y los secuestradores, fue liberado en un parque público donde se reencontró con su familia.
Un año después, Mauricio participó en la marcha del 11 de abril, de la oposición venezolana contra el Gobierno la cual terminó en tragedia y donde presenció el asesinato de varias personas. Esto, si bien lo traumó, no impidió que siguiera asistiendo a marchas y manifestaciones pacíficas en contra del Gobierno local.
A los 12 años, la inseguridad en Venezuela golpeó a la familia Glucksmann nuevamente. Un grupo de delicuentes irrumpió en su hogar, manteniendo toda la familia como rehenes mientras saqueaban la casa.
Luego de este incidente sus padres, con el objetivo de alejarlo de esta realidad, decidieron sacarlo del país y llevarlo a vivir con familiares de su madre en México, donde asistió a un colegio público.
A pesar de la intensión de sus padres de mantenerlo alejado de todo este ambiente negativo, aproximadamente a un año después de su partida, la tragedia invadió su vida nuevamente; esta vez, su padre falleció por negligencia médica. Mauricio viajó a Venezuela para estar con su familia durante el período de duelo. Pero poco tiempo después, regresa a México, esta vez, con la intensión de fortalecer sus lazos con el judaísmo.
En el 2010, decide venir a Israel con el programa Israel Challenge, y formar parte del curso Marva, donde jóvenes de todas partes del mundo, experimentan una etapa del entrenamiento básico de un soldado israelí. Fue allí donde tomó la decisión de hacer aliá (emigrar a Israel) y alistarse a las FDI. ”Decidí hacer aliá cuando vine a Israel en 2010 con Challenge, porque me di cuenta de que aquí es donde quería vivir. En este país judío, que es nuestro y con tanto futuro por delante. Si bien no es fácil empezar una vida desde cero, es el lugar que debemos estar”, Nos cuenta.
Lleno de ilusiones y optimismo, Mauricio, regresó a Israel a finales de 2011, esta vez con intensiones de quedarse. ”Mis expectativas eran llegar a un lugar nuevo y diferente lleno de desafios que estaba dispuesto a vencer, como el aprender un nuevo el idioma, adaptarme a una cultura y sociedad distintas. Mis mayores metas eran poder lograr dominar el hebreo y entrar a las FDI para convertirme en un buen soldado”.
Su decisión de enrolarse, vino seguida a la experiencia que vivenció en el 2010, donde dice haber sentido una gran sensación de tranquilidad al ver a los soldados de las FDI. “No importa a donde estuviese, cuando veía un soldado de las FDI me causaba una sensación de seguridad que nunca había sentido en mi país natal”, nos cuenta emocionado. “por lo que decidí convertirme en una de esas personas que ofrecen esa comodidad”.
“Es importante porque esta es la única tierra que es realmente nuestra. Estamos rodeados de enemigos que están determinados a quitárnosla a cualquier precio y nosotros somos la única barrera que les impide hacerlo”, refiriéndose a su trabajo en las FDI. “No tenemos otro lugar, este es nuestro único hogar”, asegura.
Su servicio en el Ejército ha estado lleno de trabajo duro, pesado y difícil, pero también, de camaradería y amistad “que sólo un soldado combatiente puede entender”. “Estar en una masá [expedición] o en una semana complicada en el terreno, cuando el cansancio te vence, ver a tu amigo que está aún más agotado que tú, venir a ayudarte para que puedas salir adelante, es una fraternidad imposible de explicar”.
Hoy Mauricio es soldado en la Compañía 931 de la Brigada Nahal y tiene planes de formar parte del curso de Comandantes y con la esperanzas de algún día convertirse en Oficial de las FDI. “Me está yendo muy bien. Estoy muy feliz donde estoy y con la gente que estoy. Siento que he crecido como persona y he aprendido muchas cosas que me han hecho un buen soldado”.
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