El gran rabino de Polonia, Michael Schdrich subrayó la importancia de este aniversario en momentos en que "aún tenemos entre nosotros a los que combatieron".
Uno de los últimos combatientes de la insurrección, Simcha Rotem "Kazik", de 89 años, que había logrado evacuar por los desagües a una pequeña cantidad de amotinados, llegó el miércoles desde Israel, en donde reside, para participar de las ceremonias en su ciudad natal.
"No pensábamos de ninguna manera que venceríamos a los alemanes. Estaba claro", dijo. "En realidad, lo que yo quería era sólo escoger mi muerte, tener una muerte más bella, una muerte más decente que las muerte en una cámara de gas", agregó.
Unos 7.000 judíos murieron en el levantamiento del gueto, la mayoría quemados vivos, y más de 50.000 fueron enviados al campo de concentración de Treblinka.
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