Jacobo llama a su hijo y le dice:
—Anda, Issac, ve a
decirle a Absalón que nos preste el serrucho.
Isaac va donde
Absalón y vuelve enseguida y le dice:
—Papá, dijo
Absalón que no nos puede prestar el serrucho, porque se le gasta.
—¡Absalón,
infeliz! , hay que ver lo tacaños que son algunos. ¡Bah!. Bueno, anda y saca el
nuestro, entonces.
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