Las últimas actuaciones del ejército egipcio demuestran que una de sus tareas prioritarias es evitar la reacción del movimiento político de los Hermanos Musulmanes, al precio que sea. 51 muertos ocasionados en una jornada de dudosa legitimidad así lo demuestran.
Los Hermanos Musulmanes se han quedado solos ante el mundo. Las reacciones ante los hechos acaecidos el pasado lunes no han supuesto un especial apoyo paran ellos. Todo el mundo conoce sus intenciones, y sabe de la necesidad de evitar un enfrentamiento armado que podría desembocar en una guerra civil. Por ello, los excesos cometidos contra la muchedumbre que se encontraba frente a la sede de la Guardia Republicana no han sido condenados con excesivo empeño.
La fugaz irrupción y salida posterior de Al Baradei del escenario presidencial es algo que a mí personalmente me ha causado mucho alivio. Veía cómo las esperanzas de conseguir una sociedad no integrista, objetivo principal de estas revueltas, se podía ver entorpecida con el nombramiento de alguien que ha hecho tanto a favor del régimen iraní. No obstante, su sucesor Adli Mansur aparenta ser el hombre cabal capaz de dirigir a su pueblo por la senda de la reconciliación y de la recuperación de un pasado inmediato que les acercaba a la modernidad.
Pero sobre todo, quien precisa de esta estabilización en la sociedad egipcia es el mismo ejército. Un ejército que fruto de las ansias de estúpidos políticos ha pagado con la vida de muchos de sus soldados estúpidas e injustas aventuras antisemitas impulsadas por una minoría que de manera falaz arrastra tras de sí al mundo árabe.
Cada vez son más las naciones árabes que aspiran a vivir en paz. Líbano, parte de la resistencia siria (aquella a la que se debería haber apoyado desde un principio para evitar que las ratas islamistas se mimetizasen entre ellos y le restasen legitimidad a un movimiento que en sus inicios fue limpio y justo). Turquía (Erdogan, el bigotillo hitleriano, es sólo un factor puntual que pasará con el tiempo). Jordania, Arabia Saudi. Y ahora, Egipto. Paises que apuestan por la paz y el progreso, aunque algunos de ellos se hallan inmersos en tremendos combates contra los vestigios de la barbarie medieval que aún los domina, o pretende dominar.
Cuando todos estos países, y los que quedan, se suban al tren del progreso social... ¿Qué va a suceder con la falacia palestina, esos ladrones y mentirosos que sólo viven de la extorsión, la amenaza y lam propaganda antisemita contra el justo Estado de Israel? Desaparecerán. Caeran sus caretas. La mugre que en Occidente les apoya, embebidos en su soberbia e ignorancia, buscarán nuevas leyendas a las que dedicar su mediocre discurso.
Y entonces, sólo entonces, tras años de sangre y dolor, podrá por fin vivir en paz Israel dentro de las fronteras que la Historia le adjudica.
Por todo esto es tan importante lo que hoy en día sucede en Egipto. Y por ello debemos estar atentos a las salvajadas que sin duda los extremistas islámicos van a cometer. Para denunciarlas y llamarles desde el principio por el nombre que les corresponde: asesinos. Para evitar que surja la estupidez de las masas incultas e ignorantes y les den siquiera un ápice de legitimidad, que en absoluto les corresponde.
Gedeón98.