Para quien tenga una vida comunitariamente activa sabe que lo que hoy más preocupa a los líderes de diversas organizaciones de nuestro pueblo es la asimilación. La asimilación es temida por muchos y “combatida” de diversas maneras. Hoy en día en la asimilación, dicen, reposan casi todos los males que aquejan al pueblo de Israel. Por otra parte muchos, quizás ignorantes o quizás con motivaciones, sitúan a la asimilación como un fenómeno moderno.
Si hiciéramos un relevamiento de diversos dirigentes o simplemente correligionarios sobre cuando surgió la asimilación muchos responderían con seguridad que fue en los años de la revolución Francesa. Algunos tal vez con más conocimientos dirían que la “Haskala”, el iluminismo judío, fue uno de los promotores principales de esta “mal” llamado asimilación. Repasando un poco la historia diría, con convicción, que estamos equivocados. Nos equivocamos al catalogar inequívocamente a la asimilación como un mal y como algo reciente de las últimas generaciones. Por lo cual también esto depara en que muchas veces nos equivocamos a la hora de enfrentarnos a ella.
Si comenzamos a indagar en la historia de nuestro pueblo y de muchos de nuestros grandes filósofos podríamos encontrar que el problema de la asimilación es casi tan antiguo como el judaísmo mismo. Precisamente donde se inicia el judaísmo rabinico, en el exilio babilónico del siglo V a.e.c, se inicia la asimilación. Allí donde los judíos fueron obligados a exiliarse comenzaron las primeras sinagogas y los primeros vestigios de un judaísmo como hoy lo conocemos.
Pero también allí comienza la asimilación un compañero inseparable de la historia de nuestro pueblo. Cuando el rey persa Ciro les permite a los judíos regresar a la tierra de Israel solo el 10% de ellos regresa. El restante 90% se divide entre quienes deciden continuar con una vida judía diasporica y quienes progresaron económicamente y comenzaron a apartarse de los círculos étnicos-religiosos judíos.
Luego bajo la dominación helena en Judea los judíos pasaron por un gran periodo de asimilación a la cultura griega. Quizás combatida y enfrentada por unos pocos años por los hashmonaim pero ya fuertemente arraigada al mundo judío. En este contexto en el siglo primero antes de la era común surge el primer filósofo judio, Filon de Alejandría, quien escribe en griego para los judíos casi asimilados. Filon intenta en sus obras hacer de nexo entre las ideas platónicas y la filosofía griega con el Tanaj y la sabiduría judía.
Los sabios de la Mishna y el Talmud (Siglos I a VII) dan cuenta de un intento por unificar al pueblo judío tanto de la diáspora como de Eretz Israel. Por esos años el judaísmo vivió quizás una de las etapas con menos asimilación de su historia, después cabria analizar el porque. Luego bajo el dominio musulmán surge otro periodo de crisis asimilatoria entre la secta Caraita (quienes solo sostenían como validos los cinco libros de Moshe) y el resurgimiento de la filosofía griega traducida al árabe.
Nos encontramos entre los siglos VIII y XIII. En este periodo surgen dos grandes filósofos que sientan las bases racionalistas de nuestro pueblo que son Saadia Gaon (882-942) y Maimonides (1135-1204). Pero en muchos de sus escritos, específicamente en El libro de las creencias y doctrinas de Saadia y en La guía de los perplejos del Rambam; estos filósofos tratan de hacerle frente a la fuerte asimilación que los acecha. Tratan de resignificar la importancia de la tradición haciendo puentes con el racionalismo aristotélico. Tratan de encaminar nuevamente al pueblo de Israel en la Tora y en las enseñanzas de nuestros sabios.
Una situación similar a la vivida bajo el imperio musulmán se vivió durante casi todo el dominio cristiano en Europa. Los judíos que progresaban económicamente y al abrirse el mundo académico para los judíos muchos comenzaron a alejarse de sus raíces hebreas.
Otro factor importante que condujo a una fuerte asimilación durante el medioevo en Europa fueron la inquisición y otros ataques sistemáticos a los habitantes judíos que para preservar sus vidas y progresar decidieron continuar sus vidas ocultando su identidad.
En el siglo XVIII surge en Europa Oriental una corriente para hacerle frente a un judaísmo en detrimento, allí surge el Jasidismo para revitalizar al mundo judío y darle un nuevo aire. Un siglo después surge la Haskala para responder al nuevo mundo que se estaba gestando. Queriendo resumir abruptamente ya prácticamente estamos en el siglo XXI donde podemos comprobar fielmente que la asimilación ha acompañado de diversas formas al pueblo judío durante toda su historia.
Ahora que nos hemos asegurado de entender que hace más de veinticinco siglos convivimos con este hecho valdría la pena entender su verdadero significado y sus causas. Hoy la asimilación es casi sinónimo de mal y tragedia. No somos capaces de entender que fue por la asimilación que el judaísmo sobrevivió hasta nuestros días. Fue por la capacidad de nuestros sabios de tomar los elementos fundamentales y fundacionales de nuestra esencia culturar y religiosa para revalorizarlos a través de diversos tiempos y de diversas culturas. Si bien es cierto y, tal vez lamentable, que con nuestro contacto cotidiano con otras culturas muchos hombres de nuestro pueblo hayan decidido abandonar la fe de Israel para inclinarse a otras filosofías o religiones es también una bendicion que luego de más de dos milenios sin una tierra el judaísmo haya sobrevivido.
Es pertinente encontrar las causas de la asimilación para así poder hacerle frente a ella. Los periodos de mayor asimilación fueron causa de cuando el judaísmo “tradicional” no pudo hacer frente de las nuevas exigencias sociales de la época. Cuando el judaísmo quedo estancado en un pasado y no pudo continuar con los retos de las nuevas circunstancias nuestros hermanos decidían buscar nuevos caminos para enfrentar los desafíos de la vida. Nuevas religiones que les den otras verdades o filosofías más coherentes con el mundo en el cual vivían. Para hacer frente a estos problemas surgían grandes pensadores que dedicaban sus vidas a situar nuevamente al judaísmo en una religión con criterio y adecuada para la época. Así surgió el racionalismo, el misticismo, el jasidismo y el iluminismo judío.
Tal vez hoy en el siglo XXI cuando se calcula que en promedio en la diáspora hay una asimilación del 50% habría que entender las nuevas causas de esta realidad y tratar de darle una solución tomando como base los principios y los mecanismos de nuestros jajamim. Tal vez, también, habría que entender que parte de la asimilación es un hecho natural de las circunstancias de nuestra historia y que poco podemos hacer para evitarlo.
No soy asimilacionista y creo firmemente en la continuidad del pueblo judío. Pero no creo en una continuidad sin una base y tan solo porque si. Creo en una continuidad legítima y autentica, conforme a la tradición pero adecuándola al mundo en el cual vivimos. Tal vez la pregunta no deba ser ¿Cómo hacemos para evitar la asimilación? Si no, ¿Cómo hacemos para revitalizar al judaísmo?
TOMADO DE MAJSHABOT
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