El viernes en la mañana estuve acompañando a mi hija adolescente en el Maratón de Tel Aviv. Unas 40.000 personas participaban corriendo. Un río dinámico de personas-puntitos amarillo limón- que no cesaba de fluir alegre durante un par de horas...
Cuando ya regresaban por la vía de llegada a la meta, vi que por el solitario carril de salida iba despacito un joven. Una chica le llevaba detrás su silla de ruedas. El se sostenía en pie ayudado por dos hombres. Llevaba su dorsal, su camiseta de participante y caminaba muy lentamente. Su cara resplandecía de felicidad: ¡ estaba participando en el Maratón...!
Y aquel tropel de personas que ya llegaban a la meta, al verle... ¡ ralentizaban el paso, lo saludaban efusivamente y le gritaban ¡KOL HAKAVOD! ( Todo el honor) ... !
El joven con dificultad de movimiento sonreía con una sonrisa que es difícil de describir porque es difícil de poder ser contemplada sin que las lagrimas broten de los ojos. Enternece el corazón. A los que regresaban no les importaba perder un poco de su ranking. Preferían la solidaridad a la competencia. El joven estaba dando lo mejor de sí y eso es lo ÚNICO que importa.
Am Israel jai!!!
FUENTE: L.B. (AMIGA PERSONAL DEL BLOG)
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