Nací en Barcelona en noviembre. Mi padre era de allí y era orfebre. Su familia procedía de Valencia y de Puerto Rico. Mi madre era de un pueblo de Tarragona que ni siquiera salía en el mapa, pero que en la Edad Media tuvo su pequeña comunidad judía, como está reflejado en algunos libros y anales. Mi padre tomó la decisión de ir a Mallorca por motivos laborales pues había mucha demanda de orfebres joyeros. Nos vinimos más tarde mi madre y yo. No tenemos más familia aquí.
De pequeña, mi madre nos regaló una maguen David: ni una cruz ni una medalla: una maguen. Como el colegio del barrio era de monjas, nos obligaron a no llevarla más. Tanto mi hermana como yo nos acordamos perfectamente. Mi infancia transcurrió normal, y así pensábamos que lo que hacíamos en casa, todo el mundo lo hacía…
Me hice mayor y estudié filosofía en la Universidad. Tenía la mente muy inquieta. Pero no sólo eso… yo creía en D’os y quería algo más… D’os e Israel, que siempre lo tuve muy presente.
Así que, después de los estudios y de una operación por una enfermedad de tiroides severa que me ha acompañado durante toda mi vida, tomé la resolución de adentrarme en los estudios teológicos y de manera más radical, en lo único que conocía y en lo que había estado educada en el colegio: me metí en un convento para ser monja. Nimis padre ni nadie de la familia pisaban una Iglesia: fue un revuelo. Mi madre nome habló en semanas y mi abuelo sufrió un ataque cardíaco. No me prestaron dinero, así que trabajé unos meses para costearme el vuelo al noviciado en Granada, donde viví dos años.
Y allí resumo como puedo mi primera manifestación judía de la que aún no fui del todo consciente. Tuve muchos problemas de antemano porque no concebía la idea de la trinidad, de un D’os dividido en tres, ni la cuestión de que una paloma hubiera dejado embarazada a una virgen. No me cuadraba. Pero, sobre todo, no le veía sentido que D’os pudiera convertirse en hombre. Rezar a estatuas y arrodillarme me superaba. Finalmente me “castigaron”: literalmente me prohibieron leer lo que llamaban el “Antiguo Testamento”,la Torah, Neviim y Ketuviim. Me dijeron que parecía demasiado judía, no sólo en eso, sino que en la convivencia con otras personas que no eran de mi familia me di cuenta de que no barrían como hacíamos en casa, no lavaban la carne como lo hacía mi madre y mi abuela, y más cosas… Aún así seguí cuatro años hasta que comprendí que no era lo mío. Un mapa de Israel, por cierto, me acompañó en todas las ciudades donde residí.
Decidí dejarlo, sin nada en el bolsillo, sin expectativas de trabajo. Ya había probado con la enseñanza y no me gustó. Así que me puse a estudiar oposiciones y finalmente gané una plaza como funcionaria. Mi vida transcurrió unos años, con pareja, un aborto indeseado, una separación, y las superación de enfermedades y accidentes de mis padres muy graves y que temimos por sus vidas (pues los médicos nos informaron que era probable que no salieran de aquella), pruebas que me acercaron de nuevo a Hashem y que vi como milagros. Como dice la Torah, D’os actua entre nosotros aunque no lo sepamos ver. En mi caso fue de manera muy evidente…
Un día, no sé por qué (quizá porque mi familia iba dejando este mundo) me puse a hacer el árbol genealógico de mi familia. Me puse en contacto con familiares y algún árbol ya estaba hecho. Busqué en google por si alguien hubiera colgado en alguna web su árbol y estuviera conectado con el mío: escribí todos los apellidos que tenía y… la primera sorpresa: todos me encauzaban a páginas de judaísmo, de marranos, de la Inquisición… Investigué más. Compré el libro verde de Aragón. Consulté la “Cartas Puebla” de ocupación de territorios en época del rey Jaume I y vi que los pueblos valencianos de mis antepasados (abuelos) fueron ocupados en su mayoría por judíos. Mi familia se desplazóde una importante judería de Aragón (del pueblo de Tauste, en Zaragoza) a Valencia, después de una conversión forzada. El nombre judío de la familia de una de mis abuelas era Atortox. Pero la búsqueda es complicada en archivos y requiere tiempo y dinero. Y opté por hacerme un análisis de ADN, a mi y a mi padre, que confirmó que somos descendientes de conversos judíos. Tengo el certificado y familiares actuales con el que compartimos un mismo ancestro y todos son judíos y levitas.
A partir de allí, con todo lo que había sido mi vida sentí la necesidad urgente de contactar con una comunidad judíay como yo había ido al instituto con Pepa, cuyo hermano es el rabino Nissan Ben-Avraham, me puse en contacto con él porque necesitaba respuestas.Y así fue como empecé a ir ala Sinagoga de Palma.
No siempre me ha resultado fácil. Sé que no soy perfecta, pero sé que Hashem me quiere y en contra de todas las dificultades quiere que yo haya regresado. Más de un rabino, en internet, me ha comentado que cuando es tan fuerte este sentimiento es que tus ancestros están clamando para que regreses y repares lo que ellos no pudieron. He tenido muchos problemas, pero Hashem lo hizo posible. Fue Su voluntad.
Me gustaría que todos pudieran ver, como yo he visto en mi vida, cómo Hashem actúa de manera a veces escondida. Y, aunque muchas veces es con dolor, todo es para bien.